Parece el despertar de un largo sueño donde el calor y los insectos han perturbado la tranquilidad de la noche.
Recuerdo a Sákira…, cuando nos contaba como su segundo hijo varón moría ahogado entre el barro de la charca construida por su padre para recoger el agua de la lluvia, sólo quince días antes de nuestra llegada. Su primogénito varón tuvo la misma suerte al caer al interior de un pozo.
A veces los intentos de mejora suponen golpes demasiado duros.
También recuerdo aquellos extraños gritos en una de las primeras noche. No lograba adivinar si eran sonidos de humanos o animales. Al amanecer todo lo comprendí. Un niño no pudo llegar a tiempo… Durante el transcurso de la noche fue enterrado en no importaba mucho el lugar.
La falta de lo mínimo necesario supone golpes demasiado duros.
Dibujo en el recuerdo la imagen de un enfermo, quizás mental, en el interior de un contenedor de oxidado, completamente desnudo, envuelto entre los restos de frutas podridas, rodeado de legiones enteras, de todo tipo de moscas, y donde nadie a su paso le prestaba ni la más mínima atención.
Cuando faltan las cosas más elementales, no se tienen en cuenta las fundamentales.
Por el centro de Ouagadougou, cerca de la zona de gobierno, observé una escena que me impacto. Parecía una araña, o quizás un mecano entre el ir y venir de motocicletas. Cuando me acerqué pude verle la cara, era un muchacho con graves malformaciones físicas, que se arrastraba por el asfalto con las piernas abiertas, apoyándose sólo por la cara interior de las rodillas. Era dantesco.
Las facilidades de movimiento aquí son terribles dificultades allí.
Quedó en mi memoria la imagen de una joven mujer, tumbada en el suelo junto a su hijo al que amamantaba. Miré al que me acompañaba y lo entendí pronto en sus ojos. Una terrible enfermedad…
La información que nos sobra aquí, es muchas veces también demasiado dura allí.
He intentado guardar entre mis recuerdos alguno de los instantes que nunca pude o supe fotografiar.
Juan Requena Olivares
Hay fotógrafos que en realidad sólo desean ser artistas, mientras otros lo que quieren es convertirse en periodistas, notarios de la realidad. Juan ha logrado en esta muestra un equilibrio entre ambas posiciones.
La fotografía es una forma de recrear la realidad, de ayudarnos a ver mejor, paradójicamente, lo que tenemos delante de los ojos y no advertimos. El ser humano es el más interesante de todos los posibles temas de la fotografía, pero también el más difícil. El retrato no sólo recoge nuestra apariencia externa, sino que capta esa especial vibración que otorga nuestra mente.
En este repertorio de obras, de contenido apasionado y sin concesiones a lo escenográfico, se insiste en destacar rostros cansados, las miradas, la tensa inquietud del tiempo que no pasa y la dilatada espera de aquello que no ha de llegar nunca.
Este trabajo fue realizado en Burkina Faso, un país que afortunadamente no es noticia, en donde contradiciendo la cita de Leopold. S. Senghor que dice que en África no ha fronteras; ellos están instalados continuamente en ella, la frontera en donde termina la vida y comienza la supervivencia, en donde se ejerce a diario e duro oficio de vivir, en donde la tierra no pertenece al hombre, sino que éste pertenece a la tierra, un lugar del que Juan ha sabido captar magistralmente su fisonomía.
El resultado está a la vista, una espléndida calidad técnica, una expresividad inmejorable y una sencillez total.
José Miguel R. Ródenas
Marzo 1.999
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… Es como abrir una puerta hacia la inmensa grandeza de lo desconocido, la soledad serena de tierra virgen, austera y frágil, la plenitud de la ternura y de la tristeza. África.
La veo y la siento a través del sensible, casi mágico, objetivo de tu cámara, tan cercana e inverosímil, tan real y fantástica como aquellos ancestros de duendes y fantasmas, de magos y de hadas que llenaban mis noches de niño aventurero. Me pierdo entre sus campos, me fundo con sus gentes, alcanzo a comprenderlos, porque me has dado motivos para que aprenda a respetarlos, para que sienta la imperiosa necesidad de amarlos.
…Es como abrir la puerta de la esperanza, como acariciar una promesa de futuro, como una llamada apremiante a todas las manos abiertas, comprometidas y solidarias. África.
Amigo Juan Requena, pusiste el dedo en la llaga cada vez que tu inspirado clic plasmaba un paisaje, una situación, un gesto… rara vez una sonrisa. Supiste hacer hablar al silencio y traernos su mensaje. Toda tu colección, fresca y natural, despierta el sentimiento, porque es un compendio de sencillez y de humanidad.
José Serrano Amurrio
Poeta y escritor
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África… el embrujo de lo desconocido, la magia de sus colores y su paisaje, su gente y sus costumbres, la atracción de un mundo tan lejano para nosotros. Allí se fue Juan, cámara al hombro, para captar su esencia, y aquí nos lo ha traído.
Al observar esta muestra de fotografías de África, nos invaden una serie de sensaciones que van desde imágenes que reflejan el mundo africano hasta los personajes que lo pueblan, en los que percibimos toda la tragedia y, a la vez, la esperanza, que es lo que nunca se pierde cuando no se tiene nada; son imágenes llenas de inquietud y dulzura, para meditar y nos conectan con ese mundo que es África, tan necesitado de todo y del que tanto nos queda por descubrir.
Juan ha realizado este proyecto, no exento de riesgos no sólo para traerse unas fotos de una tierra exótica, sino para contárnosla, hacer que la veamos, la vivamos y la sintamos dentro, en una misión encomiable: trasmitir y compartir ese aventura para dar a conocer un modo de vida tan ancestral a las puertas del siglo Xxi, la vida real de unos pueblos que viven en unas condiciones muy duras para una época de tanto progreso en nuestro mundo.
Juan ha fotografiado la realidad que ha vivido, con aquellas gentes en aquella tierra, sin efectos ni exageraciones, porque no hace falta alterar la realidad, con plasmarla es suficiente, y en esta serie se descubre una gran calidad técnica, con encuadres llenos de sugerencias, acentuados por unos asombrosos efectos de luz, a pesar de utilizar únicamente los elementos básicos de un equipo de fotografía, sin las posibilidades que ofrece un estudio. Pero, cuando se conoce la fotografía como Juan, esta escasez de medios no es obstáculo para mostrarnos todo un programa de recursos que le califican como un excepcional profesional de la imagen.
Con esta colección, Juan se convierte en un poeta de imágenes, en un fotógrafo de miradas, de esas miradas cálidas aunque distantes y calladas aunque tremendamente expresivas, de unos personajes llenos de esperanza, que también reflejan el conformismo y la impotencia de unas condiciones que ellos solos difícilmente pueden cambiar.
RAFAEL REQUENA
Acuarelista
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